Estamos viviendo una situación excepcional, estresante e incierta. Es normal que aparezcan el miedo, la rabia, la tristeza, la angustia… Frente a este cocktail emocional, cada uno hace lo que puede para sobrellevarlo.
Es fácil de entender que, si tener paciencia con uno mismo y con el propio proceso de adaptación ya es difícil, compartir y gestionar forzosamente el de otra u otras personas puede complicar las cosas bastante.
Si estás confinado en pareja, es posible que el número de conflictos y tensiones haya incrementado.
“En las grandes crisis el corazón se rompe o se curte”. Honoré Balzac
Lo mismo ocurre con las parejas, al ser llevadas al límite, o salen fortalecidas o se rompen.
¿Qué hacer para que tu pareja sobreviva y salga fortalecida?
En un momento en el que prácticamente no hay vías de escape, el estrés emocional se acumula y se acumula hasta que ya no se puede aguantar más y un pequeño estímulo (un gesto, una palabra…) puede hacer que tú o tu pareja explotéis.
Como si fuera el dique de un río, que después de llover y llover, cuando ya no puede contener más agua, se rompe y el agua sale con tanta fuerza que arrasa y destruye todo lo que hay a su paso.
No podemos hacer que deje de llover, pero sí podemos conseguir que no se acumule tanta agua abriendo un pequeño canal. ¿Cómo?
Poniendo en práctica la siguiente técnica:
Cada día se pone el despertador para que suene 15 minutos después. Se tira una moneda al aire para decidir quién empieza. Al que le toque, empieza hablando y expresando todo lo que quiere decir, lo que le molesta, lo que siente, etc. y el otro escucha sin hablar. Una vez suene el despertador, se cambian los roles y se pone el despertador 15 minutos más. El que escuchaba, ahora se expresa y el que hablaba, ahora se mantiene en silencio. Cada día empieza uno, es decir, el que hoy ha empezado, mañana irá en el segundo turno, para que no sea siempre la misma persona que empieza ni la misma que acaba.
Esta prescripción paradójica ayuda a rebajar tensión y a romper la escalada simétrica que se crea en las discusiones reduciendo drásticamente los conflictos. Como consecuencia, la comunicación de la pareja mejora, pieza clave en una relación.
“Es imposible conocer a los hombres sin conocer la fuerza de las palabras.” Sigmund Freud
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